16/5/09

EL OMBLIGO DE JULIO


Julio estaba inusualmente feliz aquel día. Era su cumpleaños, 27 de Julio de 2003. Un bonito día de julio para Julio – dijo en voz baja todavía adormecido.

Todo era tan perfecto para él, que no cometería el mismo error dos veces seguidas. Bastantes años perdidos para un joven de la edad de Julio, ya era hora de dedicarse un segundo y mirarse al ombligo.

El ombligo de Julio era diferente al del resto de la humanidad. En el se podía apreciar un fuerte brillo que quería salir de la oscuridad de aquel orificio, como uñas de luz que arañaban el borde del abismo sin dejar de contener las fuerzas, intentando salir limpiamente hasta fundirse con el sol de la mañana. Sus alrededores eran tan limpios y puros que recordaban aquella pradera verde plagada de decenas de caballos salvajes de pelajes largos crecidos al antojo de una mano divina y todopoderosa.

Tan inusual sentimiento de bienestar no podía malgastarse esta calurosa mañana de Verano. Julio sentía la necesidad de mostrar su ombligo al resto del mundo.

Se lo mostraría a la casera de su apartamento cuando llamase a las diez para pedirle la mensualidad del alquiler como cada mes. De esa manera no sería un mes más apuntado en una libreta de cuentas pagadas y sin pagar. Sería el mes en el que Julio manifestó públicamente sus esperanzas e hizo cerrar los ojos a la casera. Julio sabía que la Señora Conchita no cerraría los ojos por tan obsceno acontecimiento, los cerraría debido a la fuerza de la luz que estaba emanando su enorme agujero lleno de satisfacción.

Entonces la Señora Conchita montaría un escándalo en medio del rellano, los vecinos saldrían alertados y desconcertados por los gritos.

¡Que barbaridad! ¡Señor Julio, por Dios! ¿Por quién me ha tomado usted? – Diría la casera.

Entonces subirían las señoras del quinto con los ojos como mirillas, con las bocas de buzón y con las manos en los pelos de felpudo dando la bienvenida a su ombligo feliz y lleno de vida… y todos quedarían petrificados por su brillo cegador.

¿Quién tiene el poder de la mirilla ahora? – Exclamaría Julio en voz alta.

También subiría la “loca del bajo B”, La Señora Manuela. peldaño a peldaño hasta el sexto piso apoyada en su bastón de los años 50, y por primera vez en mucho tiempo se le curaría la cojera por las prisas y el escándalo que podría escuchar aun estando bastante sorda. Llegaría ante Julio y leería el mensaje oculto de su foco. Enloquecida, mas si cabe, lanzaría el bastón por el hueco de la escalera y correría escaleras abajo con la vitalidad de una joven quinceañera. Gritaría con el eco de un pasado, rejuvenecería las arrugas de su voz ahora carcomida por el paso de los años y allí quedarían ante Julio las canas de su locura.

Ante semejante espectáculo bajaría el presidente de la comunidad de vecinos del último piso. Trajeado de pies a cabeza con una corbata de color rojo oscuro y apagado. Se abriría su bigote autoritario y quedaría a la vista de todos los espectadores un ojo rosado y húmedo adornado por una gran ceja cada vez más pequeña y con menos potestad. La luz cegadora carcomería el negro de su chaqueta protocolaria, convirtiéndola en un blanco puro que todavía reflejaría más el fulgor, asustando su corbata, la cual abandonaría su pescuezo y caería como un pétalo marchito al suelo del rellano.

Suena el despertador y Julio mira sus grandes dígitos rojos.

Las 10:00 de la mañana, ya va siendo hora de ponerse en marcha – Pensó

Abrió el armario en busca de sus mejores galas.

¿La camisa negra o la camisa blanca? – Consultó con el espejo.

Ring, ring, ring… Suena el timbre de la puerta…

2 en el tejado:

Tears dijo...

Y en su cumpleaños quien no desea brillar?... Creo que todos nos levantamos con una energia distinta cuando estamos de cumpleaños...

que habrá hecho julio luego del timbre?... Me encantó tu relato.

Las lunas más dulces.


Tears.-

Darkdreamm dijo...

Seguramente mirar por su mirilla... Muchas gracias por tu comentario Tears. Ojalá todos los días fueran con energia especial o que todos los días fueran cumpleaños.

Un abrazo